sábado, 1 de junio de 2013

Sacado de un gran blogopinar!

Paseando por la Red me encontré con un lindo artículo del amigo Daniel Balmaceda que nos hace recordar una vez más algunas de las raíces olvidadas de nuestro lenguaje.
El origen de la palabra "hincha" de fútbol no es una excepción, ya que bajo ese apelativo solo se conoce a esos individuos en el ámbito del Rio de La Plata y en ningún otro lado más.
Cuentan que el primero y con quien se acuño el apelativo, se llamaba Prudencio Miguel Reyes y que era un talabartero uruguayo que justamente trabajaba como utilero del club de futbol Nacional de Montevideo (Club Nacional de Football) allá por los comienzos del siglo XX. Su profesión era por entonces sumamente útil al momento de reparar los balones confeccionados en cuero y los botines, casi zapatos, que usaban los jugadores y que estaban confeccionados del mismo material.
Usted se preguntará cómo se ha llegado a llamar "hincha" a los simpatizantes si en otros pagos los llaman "torcedor", "fanático", "animador", etc. etc. Bueno, la cuestión es que por aquellos años en que  el fútbol aún seguía en manos de sus inventores ingleses, la flema, parquedad y seriedad con que se lo jugaba, sólo estaba a la par de la pacatería que se vivía en las tribunas siguiendo la formalidad de otros deportes anglosajones como el Rugby, el Softbol, el Hockey, el Golf, Tenis y el Polo.


Lo normal era que los asistentes mantuvieran un silencio sepulcral, siendo permitidos al momento de la anotación o gol, tan solo algunos aplausos o una exclamación de alegría o decepción según fuera a quién se alentara.
Don Prudencio fue justamente quién rompió con tanta seriedad porque se paseaba de punta a punta de la cancha alentando a los jugadores mediante gritos proferidos por su imponente vozarrón de paisano oriental, armando un clima mucho más festivo que enseguida prendió en los asistentes y se hizo popular.


Ahora bien, Prudencio era el utilero del equipo y los utileros por aquellos años, entre otras obligaciones, eran quienes inflaban los balones o pelotas de fútbol. Lo que hay que remarcar es que por entonces no se usaba el verbo inflar sino el de hinchar, razón por la que Prudencio Miguel Reyes era en realidad el hinchador oficial de las pelotas del equipo Nacional de Montevideo.
Un hinchapelotas...
De hinchador a hincha hay un solo tranco y cuando se suman unos cuantos Prudencios se arma lo que hasta hoy llamamos hinchada, aunque los extranjeros se rasquen la cabeza sin saber a que cuernos nos referimos o si somos simplemente una manga de hinchapelotas.

Taluego.

Nos instruimos con Daniel Balmaceda


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